Artículo publicado en el diario digital e-noticies el 15 de enero de 2011
Se ha lucido el alcalde de Vic. A Josep Maria Vila d’Abadal no le basta con poner las condiciones para que los inmigrantes cumplan con sus obligaciones cívicas, él tiene intención de forzarles hasta que sientan Vic y Cataluña. No ha explicitado el sistema que empleará para lograr que los tibios o los recalcitrantes "sientan" pero vista la contundencia de sus palabras, pueden echarse a temblar.
Forzar los sentimientos, obligar a sentir. Igual aplica el canon de los machos maltratadores que también pretenden “convencer” a sus mujeres para que les quieran a través de una buena tunda de palos, eso sí, previa advertencia. Las fases del cuadro psicológico de los maltratadores están bien definidas, primero la amenaza y la coacción, acto seguido el maltrato de obra y finalmente el arrepentimiento. ¡Ojalá que el diputado catalán pase sin solución de continuidad de la primera fase, la de la fustigación emocional, a la del arrepentimiento, ahorrando la tanda de latigazos a los inmigrantes díscolos que se atrevan a anteponer la independencia emocional a su integridad física. De todas maneras, ¿es éste el tipo de amor que quiere Vila d'Abadal? No estaría de mas que el edil viguetense recordase que el cariño de las víctimas de maltrato nunca es sincero, que cuando entregan su cuerpo, casi siempre lo hacen por miedo y que el miedo puede dar lugar a la venganza.
¿En que se diferencia nuestro vigía de la catalanidad de los guardianes de la fe que persiguen en algunos países árabes a las mujeres que consideran impías por llevar pantalones o de aquellos otros que fuerzan a otros a profesar la religión musulmana o de quienes obligan a casarse a jovencitos que ni siquiera se conocen? Los ortodoxos justifican el empleo de la mano dura en el bien de los infieles o de los ignorantes. Las recetas imperativas en materia de sentimientos conducen al desvarío y da la impresión de que el diputado democratacristiano pretende demostrar que es el más duro de la banda de su pueblo. Desde luego, si son este tipo de discursos los que le ayudarán a reforzar su posición electoral, el problema no es sólo de él, afecta a la colectividad que peligrosamente se está deslizando hacía la negación del distinto; a la antesala de un fascismo catalán que es capaz de entrometerse en el campo más personal, el de los sentimientos, y llegar a violentarlos. Estoy ansioso por conocer las reacciones de SOS Racisme, o de la fiscalía o de ICV-EUiA o de Angel Colom u Oriol Amorós, tan finos de piel en otras ocasiones.
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