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Los colectivos nacionalistas parecían tener la exclusiva de las actos reivindicativos relacionados con la lengua. De hecho, es habitual que desde los inicios de la transición, periódicamente, se celebren concentraciones o manifestaciones -convenientemente subvencionadas por los Gobiernos autonómicos o los ayuntamientos- por la oficialidad única del catalán o del vasco o del gallego o por “el derecho a vivir plenamente en estas lenguas”. El “acampallengua”, el “correllengua”, el “día de l’escola en valencià” , la “korrica” o manifestaciones a favor del gallego forman parte del paisaje político y sirven para condicionar el comportamiento de partidos y gobiernos.
Sin embargo, recientemente, otras organizaciones y entidades cívicas también están exteriorizando sus reivindicaciones en la calle con un sentido muy distinto al que pretenden los nacionalistas periféricos. Las desaforadas políticas lingüísticas de los gobiernos autonómicos y el silencio cómplice de los Gobiernos españoles, han hecho que muchos ciudadanos quieran hacer visibles su contrariedad y reclamar sus derechos lingüísticos. Así, el pasado 8 de febrero se celebraba en Santiago de Compostela una manifestación por la libertad de lenguas. Del mismo modo, en Barcelona, miles de catalanes reclamaron el 28 de septiembre de 2008 el derecho a una escolarización sin imposiciones.
La diferencia de concepto de las manifestaciones es evidente. Los nacionalistas monolingüistas pretenden la imposición de la lengua única, es decir, defienden que no se tenga derecho a la libertad de elección de lengua en la escuela o en la Administración, y solicitan medidas destinadas a imponer la lengua que denominan “propia” del territorio, relegando a un segundo plano los derechos lingüísticos de los ciudadanos. Es decir, les preocupa la libre elección lingüística. Al hilo de esto último, no deja de ser triste que la posible introducción del libro electrónico en la escuela, que permite disponer de versiones en castellano, catalán e inglés, ya haya alarmado a los celosos defensores de la lengua única al considerar perjudicial para la escolarización de los niños el hecho de que puedan optar libremente por realizar sus lecturas en castellano, al tener esta opción, cuando ahora son obligados a hacerlo en catalán al disponer únicamente de ejemplares en esta lengua.
El caso de Baleares es paradigmático. Con la legislación que aprobó el Partido Popular, el actual Gobierno balear impulsa políticas lingüísticas sectarias en las que se pretende en la práctica hacer del catalán la única lengua oficial. Su fanatismo les ciega y prefieren, por ejemplo, perder buenos profesionales sanitarios -ahora que se necesitan tantos- a ampliar los plazos para alcanzar el conocimiento lingüístico del catalán. De igual manera, su empeño en prohibir la enseñanza en castellano llega hasta el extremo de impedir, en contra del criterio científico de psicólogos y pedagogos, que niños disléxicos puedan redactar sus exámenes en castellano.
Para protestar contra las imposiciones y reclamar la libertad de opción lingüística, para exigir, en definitiva, libertad, el Círculo Balear ha convocado una manifestación el próximo día 30 de mayo en las calles de Palma de Mallorca con el siguiente lema: “Nuestras lenguas nos unen, volem llibertat d’elecció”. Acudiré a las 12.00 horas al Paseo del Born y me gustaría que muchos padres y madres, trabajadores, profesionales, alumnos que ven limitados sus derechos de movilidad, de educación, de información, de libre comercio se sensibilizarán y nos acompañarán durante su recorrido.
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